“Sergio Peraza; si las manos ven, los ojos sienten.”
El cuerpo es geometría.
Si el espacio es curvo, también son curvas la piel y sus ideas.
El escultor habla con la mirada; inventa su propio destino y, con sus modelos, se inventa a sí mismo.
Cada obra es un viaje al interior de la materia.
Las esculturas respiran; salen de un sueño.
El artista lo sabe: cuando todo es silencio, los pensamientos se pueden mirar.
Se equivocan los que no se atreven, porque la existencia se produce al admitir nuestro deseo por cambiar; el artista quiere estar donde tu estés.
En el jardín de la Forma, él se percata: lo aparente es lo esencial. Comprende, entonces, que el movimiento simula quietud.
El barro contiene secretos que sólo a él serán revelados.
El escultor toma riesgos por lo que siente.
Desciende a su laberinto. Se tutea con las sombras. Esculpe los rostros que estaban ocultos.
Sólo en su ficción seremos reales.
México, 2003
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