OCTAVA DE LA SIMETRÍA
Ocho módulos tiene el cuerpo humano,
Siendo en altura, y proporción bien hecho:
Cuatro desde la hoyuela hasta la mano,
Y otros tantos cabeza, vientre, y pecho;
El muslo dos, estando bien derecho:
Y de éstos cada uno, con certeza,
El tamaño es total de la cabeza.
Antonio Palomino de Castro y Velasco
Definición
Stella Maris (Estrella de Mar) es un antiguo título de la Virgen María. Las palabras de la Estrella de Mar son una traducción de la denominación latina de Stella Maris.
Stella Maris es también el nombre de la “Estrella Polar” de la Osa Menor “estrella guía” debido a que se ha sutilizado para la navegación guiada por los astros desde la antiguedad. El nombre fue aplicado para referirse a la Virgen María en la traducción latina hecha por San Jerónimo del Onomasticon de Eusebio de Caesarea[1], aunque en realidad es un un error de transcripción. El nombre hebreo Miryam, que significa gota del mar, fue traducido al latín por San Jerónimo como Stilla Maris, pero en algún momento alguien lo transcribió en una copia como Stella Maris, y este error de transcripción se volvió de uso común.[2]
El primer uso fiable de la expresión de que Stella Maris se encuentra en los escritos de Pascasio Radbertus en el siglo IX, que escribió de María, Estrella de La Mar, como una guía a seguir en el camino hacia Cristo “para no zozobrar en medio de la tormenta arrojó olas de la mar.
En el siglo XII, San Bernardo de Claraval[3] escribió: “Si los vientos de la tentación han de surgir, si son impulsados a las rocas de la tribulación mirada a la estrella, llama a María; Si se arrojó a las olas de orgullo, de ambición , de envidia, de rivalidad, mira a la estrella, llama a María. En caso de que la ira, o la avaricia, el deseo carnal o asaltar violentamente a la frágil embarcación de tu alma, mira la estrella, llama a María”.
El monasterio de Stella Maris, casa fundadora de la orden de los Carmelitas, fue establecido en el Monte Carmelo en Israel a principios del siglo XIII. La abadía fue destruida varias veces, pero el monasterio ha sido refundado y se le sigue considerando el centro de la orden.
[1] Richard Hinckley Allen, Star Names and Their Meanings (1899), p. 454.
[2] Maas, Anthony (1912). “The Name of Mary”. The Catholic Encyclopedia. Robert Appleton Company. Visitado el 21 de diciembre de 2012.
[3] Hom. II super “Missus est,” 17; Migne, P. L., CLXXXIII, 70-b, c, d, 71-a. Citado en la encíclica Doctor Mellifluus 31, de Pio XII.
“Stella Maris me cambió la vida”: Sergio Peraza
Hace poco más de un año sostuve una primera reunión con el presidente Municipal de Ciudad del Carmen. Cuando lo conocí para intercambiar ideas del proyecto, me sorprendió al decirme: “Sergio, hazla con el corazón”. A partir de ese instante y durante casi dos años estuve entregado al estudio y arduo trabajo para la Virgen del Carmen, imaginando, diseñando, planeando. Haciendo dibujos y maquetas, cambiando y añadiendo, colocando detalles hasta encontrarme con la idea que me llevó a plasmar la totalidad del proyecto.
Con mi Virgen Stella Maris no tratamos de destituir o de sustituir a la imagen de la patrona que se encuentra en el altar de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen; se trata de un homenaje que le rendimos a María y Jesús bajo la advocación conocida como Virgen del Monte Carmelo, y que da nombre a toda una isla y a su gente. Pluralizo aquí, porque en este proyecto participaron muchas voluntades que depositaron su confianza en este escultor: El H. Gobierno del Estado de Campeche; el presidente municipal de Carmen con todos sus asesores; mi amigo Jorge Alberto Urbina Cabrales, muchísimos ingenieros bajo dirección de Gustavo Azcarate; Rafael Diego, Maestro fundidor y sus gallos que no se rajaron; buzos y técnicos en metalurgia y obra marina de la empresa Oceanografía Muchos obreros del Municipio etc., Es el sueño y esfuerzo de mucha gente, hecho realidad.
Esculturas monumentales de la Virgen del Carmen existen diversas, las hay en España, Perú, Bolivia, Chile. Las hay sedentes o de pie, pero en México, esculpida en bronce y con las dimensiones de 12 metros de altura, a 26 metros sobre el mar sólo existe ésta, y eso es motivo de celebración personal, porque se me dio la oportunidad de hacerla y represento la segunda generación de escultores en la familia, después de mi querido y admirado padre, Humberto Peraza Ojeda, escultor yucateco. Pero más allá del personalismo, esta obra trasciende, es para los carmelitas, es de los mexicanos, es de todo el mundo, y a ella, la Virgen María, la dedicamos; a ella como a mis anfitriones isleños agradezco el estar permanentemente aquí en la paz y belleza de la Laguna de Términos.
Desde que empecé a hacer los dibujos y bocetos, desde antes de modelar la plastilina en las maquetas, pensaba que la escultura fuera monumental, majestuosa, que transmitiera ese respeto, solemnidad y grandeza de las grandes obras escultóricas y artísticas de la humanidad, como cuando vas a la Plaza de San Pedro y ves las columnas altísimas o cuando admiras las pirámides de Egipto o Teotihuacán, obras maravillosas que el hombre realiza con el favor de Dios.
Eso en mente y pláticas con religiosos, e investigadores, fueron configurando en mi corazón la imagen de Stella Maris que yo quería. Diseñé que la Virgen no viera al horizonte distante, sino que su mirada se dirigiera hacia nosotros los peregrinos caminantes, de modo que cuando salgas de la Iglesia camines en línea recta cruces la calle 20 y atravieses el malecón y camines sobre el muelle STELLA MARIS, tu mirada y sus ojos se encuentren, y sientas que es ella la que te ve, la que te llama y te ofrece sus escapularios. Conforme te acercas, ella va creciendo y te da seguridad, tranquilidad, protección. Es nuestra Virgen y te está mirando.
Otra apreciación que destaco de la escultura es precisamente su mano derecha. Tiene un alargamiento en función de su balance estético. Pero en su anatomía no hay regla fija por el hecho de que es una imagen mística, su mano se extiende para ofrecerte a ti espectador sus escapularios. Tú, amigo petrolero marino, estás saliendo a plataforma, a la torre, en helicóptero, o tú amigo pescador te embarcas en la madrugada, y tu familia te espera por la tarde, aunque no seas católico, miras a Stella Maris y te tranquiliza, sientes su protección divina, sientes que sus ojos te buscan y ella te ve te transmite paz y seguridad.
Mesa de trabajo del escultor Sergio Peraza
Otro detalle es que la imagen está firmemente plantada de pie sobre una figura que representa la tempestad, el mar. Esta figura proviene de la sección áurea y en primer plano se ve una ola. Da la ilusión de que la Virgen avanza flotando, porque solo se aprecia parte de su pie derecho el cual, sin afirmarlo, ligeramente lo posa y da la sensación de paz, puede contener con este sutil gesto, toda una tormenta oceánica. Todo el mal que acecha. Metafóricamente, te está comunicando que no temas, que aunque la tempestad sea fuerte, sus olas no te harán daño. Y que ella está allí para protegerte, para caminar sobre el mar si fuera necesario, para interceder ante su hijo y juntos mantenerte a salvo.
En ese orden de simbolismo está el niño que carga en su brazo. Desde luego que hablo del niño Jesús. Este niño adelanta también el pie derecho sobre el cuerpo de la Virgen. Eso significa que ella lo carga, pero Él es el camino y ella es el vehículo. El pie del niño señala el camino, que es la vida misma, y ella mira por encima de ese camino, más allá del presente, porque la Virgen y el niño son dos símbolos en un mismo misterio. Así me lo enseñaron, así me lo explicaron.
Stella Maris es un símbolo de fe para la gente marina y está erigida sobre el mar de Carmen, Campeche, Y en lo alto, esa imagen de madre amorosa, que representa la bondad, nos invita a acercarnos a su misterio para ampararnos a su amor infinito, mostrándonos el camino y la redención. Si sientes que te invade una fuerte emoción al acercarte y contemplarla, imagina que para mí, el diseñarla y crearla, también me cambió positivamente la vida.
Sergio Peraza, 2014.