Sergio Peraza Ayudante de Dibujo y Pintura Mural De Raúl Anguiano
Video Murales de Raúl Anguiano
Hace 15 años tuve el privilegio de dibujar y pintar al lado del gran muralista mexicano Raúl Anguiano.
Por Sergio Peraza A.
Raúl Anguiano Valadés (1915-2006) es considerado uno de los últimos exponentes del muralismo mexicano, con su partida se cierra una etapa muy importante del arte en nuestro país, misma que ha sido recordada con homenajes este año de 2016 al cumplirse el centenario de su nacimiento.
Pero en el año de 2001 el maestro Anguiano estaba aún muy productivo. A sus 86 años, subía y bajaba de los andamios sin problema, y yo por segunda ocasión era su ayudante (en 1998 ya habíamos trabajado juntos el mural “El Hombre, la Palabra y la Técnica” para el ITESM campus CDMX)
Yo tenía 34 años y ya era amigo de tiempo atrás, del matrimonio Brigita-Raúl Anguiano. Con ellos me encontraba en su residencia, durante una comida de amigos, cuando Raúl me dijo: “Voy a pintar otro mural para el TEC, me gustaría que otra vez me ayudaras con éste”
Me alegró bastante, porque significaba otra vez desarrollarme en el plano de la pintura a gran escala y por supuesto compartir con mi querido maestro y amigo sus enseñanzas y aventuras.
A la semana siguiente, ya estábamos en el estudio de Anguiano, allá en Coyoacán trabajando bocetos. El mural lo pintaríamos al óleo sobre tela de lino preparada al yeso en un tablero cóncavo, a diferencia del anterior que fue realizado con pintura acrílica sobre bastidor plano; El maestro me preguntó si también podía llevar a mi hija Maya como modelo infantil (apenas tenía un año ocho meses de edad) al centro de la composición del mural, quería Anguiano que figuraran una mujer con un bebé.
Al día siguiente regresé a su estudio con Maya, y transcurrida hora y media, Anguiano tenía ya los bocetos a lápiz de ella, en la posición natural que mi hija tuvo al estar de pie. Bastó sólo esa sesión para que el maestro obtuviera el trazo adecuado para ampliar dentro del mural.
Aquí comparto, por primera vez, algunas de las fotografías con Maya en el estudio de Anguiano. También fotos de mi álbum personal de los primeros momentos en que el maestro aplicó los colores sobre el dibujo de Maya, una vez ampliado en el mural.
El Mural “La Creación” según Anguiano, “es un recorrido histórico por nuestros orígenes: desde la llegada de los mexicas, una mujer recostada que simboliza la madre tierra con su bebé, hasta el proceso de construcción y edificación del campus del TEC, y no solo edificación del campus, sino del conocimiento a través de instrumentos como el libro, las computadoras o la exploración de las galaxias”
El equipo de apoyo artístico de Anguiano lo conformamos los pintores Alejandro Caballero, Arturo Sigüenza y yo, tan pronto pudimos nos pusimos manos a la obra. El lugar donde pintaríamos fue la planta baja del edificio de Oficinas V del ITESM Campus Ciudad de México (CCM). Durante ochenta y tres días seguidos, trabajando alrededor de seis horas diarias, incluyendo los domingos nos entregamos a plasmar con entusiasmo y buena camaradería el mural de 45 metros cuadrados
Para el conjunto de los mexicas que llegan a Tenochtitlán, Anguiano me encomendó hacer estudios y bocetos a lápiz de las alas de las águilas; hice muchos dibujos y el seleccionó uno, me dijo: “así como hiciste este dibujo, ahora dibuja en sección áurea las alas en la posición de las alas de mi águila, pero allá arriba en el mural trázalas, y yo desde acá abajo te iré dirigiendo”
Fue fascinante estar encaramado en lo más alto del andamio trazando esas grandes alas a línea, mientras desde abajo, Anguiano me dirigía: “Hasta allí ese plumaje, ahora extiende más tu brazo y hacia afuera haz la pluma de encima, larga, más larga, así, hasta allí; ahora redondéala y que tenga correspondencia con la que dibujaste antes”
Una vez que quedó satisfecho con mis trazos, subió al andamio a dibujar la cabeza de la serpiente y a explicarme como quería que le fuera yo aplicando el color. Así plasmamos el águila de los mexicanos, el águila que devora la serpiente posada en el nopal, en la parte derecha del mural.
En otro buen día, me puso el maestro a pintar un grupo de obreros que en sus bocetos originales aparecían sobre lo alto de una torre en proceso de construcción, la instrucción era pintar a los trabajadores que habían participado en la construcción del ITESM basándome en el boceto original del maestro, es decir hacer la ampliación a escala; pero ese día se me ocurrió otra cosa. Y como no me estaba dirigiendo el maestro, -estaba ocupado dando color a otra sección del mural- no sé por qué, pero se me ocurrió que como ya había en el mismo espacio del mural plasmado tres obreros, en vez de pintar otro grupo de obreros constructores, dibujaría yo allí mismo al Maestro Anguiano con su pincel en mano, como si de un director de sinfónica se tratara.
Cuando hicimos la pausa para comer le mostré y le dije; “¿qué tal eh? ya ahorita lo borro, (sólo eran trazos al carboncillo) pero se vería bien con usted allá arriba ¿no?
Le pareció gracioso, porqué se rió de buen modo, no dijo nada más que “vamos que ya hace hambre, bájate y vámonos todos a comer”
Todos los días, el equipo comíamos en el comedor del TEC; parte de nuestra paga eran en los vales de comida, que les sacábamos bastante provecho, ya que generamos buena empatía con las señoras y señoritas que servían los alimentos y de buen modo nos daban raciones bastante generosas, por lo que recuerdo también que en esos días yo era alegre artista bien alimentado.
Los fines de semana que no había servicio de comedor, siempre nos las arreglábamos con pizzas y algunas veces, hamburguesas o tacos que el maestro invitaba.
Pero volviendo a la anécdota anterior, cuando me referí al retrato que hice de Anguiano a carboncillo sobre el mural, resulta que veníamos caminando de regreso del comedor, de muy buen humor, bien comidos hacia el edificio donde trabajábamos el mural, para cumplir con la jornada vespertina, cuando, nos topamos frente a frente al entonces Rector del TEC campus Ciudad de México, Carlos Enrique González, en compañía de otros importantes rectores, (de los cuales recuerdo bien a Don César Morales) ellos caminando en sentido opuesto al nuestro, felicitan al maestro por la “acertada ocurrencia de pintar su autorretrato en el mural”, a modo de que permanezca por siempre presente retratado en su misma obra.
“Maestro! – le dijo el rector- en una hora regresamos con usted allá al mural, felicidades que buena idea y que gran legado” y siguieron su paso veloz, Anguiano estaba meditativo, pero así como el, todos estábamos con la sorpresa en los rostros, y no nos dimos cuenta a que se refirieron, pero unos pasos más adelante le dije: “Ay Maestro ya sé –le dije– creo que es por el dibujo que le hice, y no lo borré”
Anguiano, ecuánime dijo “pues vamos a verlo otra vez”
Parados frente al mural, movimos el andamio y Anguiano pensativo, se cruzó de brazos observó unos minutos y luego volteó hacia mí y me dijo “En el Consulado de México en California, me retraté a mi mismo en un mural que acabo de pintar allá. Bueno lo que hiciste no está mal, dibújalo bien, y se queda”.
Esa noche, hasta la madrugada hice varios bocetos y les apliqué color, a la mañana siguiente, el boceto que consideré mejor hecho se lo mostré al maestro y lo aprobó, entonces me subí alegremente al andamio y lo trasferí al panel del mural.
En dos días ya estaba pintado, y de ese detalle se habló mucho. Cada vez que recibíamos visitas de alumnos o profesores se referían al “autorretrato” y como hablan los jóvenes se les escuchaba decir: “que buena onda, allí está el mismo Maestro Anguiano pintado, pintando su propio mural”
Pasaron las semanas y el Mural terminado fue presentado a todos los medios de noticias culturales el 10 de julio del 2001 cuando se corrió el velo inaugural.
Fue un hermoso día, muy importante para el ITESM CCM, pero para mí, fue un momento inolvidable, por un lado, la emoción de contemplar la labor con ojos de espectador, y reconocer a mi hija Maya inmortalizada por los trazos precisos e inigualables de Raúl Anguiano y por otro lado, la tristeza de cerrar un ciclo, de despedirnos de una simpática rutina en la que mis días pasaban maravillosamente al lado del maestro de Alex y de Artur, con quienes compartía charlas de andamio irrepetibles. Esos días de pintar en el TEC me dejaron además una buena amistad con los colegas Caballero y Sigüenza, y me dotaron de un aprendizaje valioso y un desarrollo práctico único, el haber compartido la técnica y el conocimiento de un pintor de la talla de Raúl Anguiano es quizás algo que ya quisieran tener muchos artistas plásticos en sus currículas.
Afortunadamente yo lo viví y estoy agradecido de por vida a Don Raúl Anguiano, quien una vez más, depositó su confianza en mi persona y en mis capacidades profesionales; Me permitió hacerle su retrato en su propia obra, con lo que sumado al busto de bronce que le hiciera años atrás, mi gratitud y homenaje a su persona, trascenderán nuestras vidas. En esos dos murales del TEC de Monterrey CCM, sin duda también permanece plasmada en la obra y en mis memorias, una buena parte de mi juventud.
Durante la ceremonia de presentación del mural “La Creación” Anguiano dijo a todos en relación de su autorretrato: “Fue ejecutado bajo idea de Sergio Peraza “
A lo que le dijeron que siempre lo recordarían y que así siempre estaría “más que presente en el campus”
Anguiano concluyó:
“Los estudiantes me trataron con cariño y respeto, siempre les comparto un mensaje de superación; el ser humano cuando nace cuenta con dos tesoros: salud y tiempo. No hay que desperdiciarlos, siempre conservar la fuerza física, trabajar y estudiar todos los días de la vida incluso sábados y domingos”
15 años después de esa aventura, en cuanto a mí vida, hoy esa niñita (MayaPeraza) que pintó Raúl Anguiano es una bella mujercita de la cual me siento padre orgulloso, y cuando le muestro los pinceles con los que pintamos ese mural – mismos que Anguiano me heredó- y le cuento la anécdota de que posó para mi maestro, Maya me sonríe e inmediatamente se ilumina mi rostro recordando aquéllos momentos tan gratos, vivencias que me marcaron y me ayudaron a evolucionar como artista y como ser humano.
Coyoacán, julio 2016