Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2007/02/25/index.php?section=cultura&article=a05n1cul
Crea busto de la poeta chilena para la feria del libro
El escultor Sergio Peraza rinde homenaje a Mistral
Además del busto de Gabriela Mistral, Sergio Peraza esculpió los de Italo Calvino y Federico García Lorca para las dos versiones anteriores de la feria del libro de MineríaFoto: Carlos Ramos Mamahua
A su colección personal de bustos de intelectuales y escritores, el escultor Sergio Peraza Avila (Distrito Federal, 1966) acaba de agregar uno de la poeta chilena Gabriela Mistral, cuyo 50 aniversario luctuoso se recuerda en el contexto de la 28 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (Tacuba 5, Centro Histórico).
Desde hace dos años Peraza ha hecho los bustos de los homenajeados de la FIL, trabajo por el que no recibe beneficio económico alguno, aunque sí “mayor libertad”, porque elige la edad y expresión del personaje. Su relación con la feria se inició por casualidad. Debido a que Italo Calvino es uno de sus escritores favoritos, de puro gusto Peraza le había hecho una escultura, que inclusive fundió en bronce.
Pier Augusto Petacco, director del Instituto de Cultura de la embajada de Italia en México, vio la escultura, y como hace dos años el homenajeado fue Calvino, le sugirió a Fernando Macotela, director de la feria, que la exhibiera.
Macotela vio la escultura, “le encantó y el año siguiente me invitó directamente”, expresa el artista. Hizo entonces un busto de Federico García Lorca. Hasta el momento ni la figura del poeta granadino ni la de Mistral han sido fundidas en bronce, sino en un material de resina.
Rodeado de una museografía especial, el busto de mediano formato se coloca en la escalinata central del edificio diseñado por Manuel Tolsá.
De los tres homenajeados, a quien Peraza menos conocía era Mistral, cuyo nombre de pila fue Lucila Godoy. En alguna ocasión el artista plástico estudió la escultura que le hizo Ignacio Asúnsolo, pero no había leído su obra. Lo primero que hizo, entonces, fue ponerse a leerla.
Anota que hace un año había poca literatura de Mistral en el mercado normal, por lo que fue a las librerías de viejo.
Además de las “imágenes” producidas por la lectura, una ardua búsqueda en Internet le proporcionó una serie de fotografías de la poeta, en diferentes momentos de su vida. La edad que escogió para el busto de Mistral es de unos 40 años, porque, “como empezó tan joven, para entonces había logrado muchas cosas en su vida”.
Agrega: “Su rostro me encanta. Ya no es una mujer joven; entonces, no tiene la cara completamente lisa. Su mirada anterior, que reflejaba sufrimiento y resentimiento, ya se le había aligerado. Pero nunca perdió su expresión, que comparo con un cóndor andino”.
Así llegó el momento en que Peraza tomó la plastilina y se puso a trabajar ad libitum. Los últimos momentos de la escultura son cuando “le hablo a los ojos”. Para conseguir la expresión en éstos, “debo sentir que me mira”.
El entrevistado afirma que le costó mucho tiempo estudiar cuál era la diferencia entre “un busto y otro, porque hay miles”. Esa “magia” está en los ojos, aunque reconoce que importa el conjunto.
Luego está la ropa. “Gabriela Mistral vestía como hombre. En ninguna de las fotos que tengo aparece con aretes. Cero maquillaje. Y su ropa es de hombre. La que escogí para la escultura (cuello de camisa hacia fuera, suéter y saco) es característica de una foto”. La textura del suéter recuerda uno que a Peraza le trajeron una vez de Chile. La cabellera corta refleja “volúmenes sintetizados”.
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