El artista señala que en los últimos años ha dejado a un lado las exposiciones escultóricas y solo se dedica hacer obra por encargo. TWITTER / @tonydelamo
- Cumplirá 25 años de trayectoria en diciembre próximo
El artista afirma que ya no busca reconocimientos, sino legar a los estudiantes lo que sus maestros le enseñaron
CIUDAD DE MÉXICO (31/MAY/2015).- Poseedor de la sabiduría de Raúl Anguiano (1915-2006) y la técnica de Luis Nishizawa (1918-2014), el escultor mexicano Sergio Peraza Ávila (1966), afirmó que tras 25 años de trabajo ya no busca reconocimientos ni esculpir a celebridades como lo hizo en el pasado, sino legar a los jóvenes lo que sus maestros le enseñaron, pues solo de esa forma trascenderá.
El creador, quien en 12 años ha esculpido los bustos de diferentes escritores que año tras año se presentan en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería y autor de la monumental escultura en honor a la Virgen del Carmen “Stella Maris” en Campeche, subrayó estar en la búsqueda de la plenitud como hombre y como artista.
“Ya no busco reconocimientos. Antes tenía mi pared llena de reconocimientos, ya no; ahora busco la plenitud como hombre, como artista, el no estar amargado como creador, sino apoyar a artistas jóvenes, asistir a talleres y universidades y regalarles mi plastilina, lo que me brindó Anguiano, eso me interesa más, pues solo así trascenderé”, dijo Peraza Ávila en entrevista.
Heredero indiscutible del talento de su padre, el también escultor Humberto Peraza Ojeda e inculcado siempre el gusto por la música y la lectura por parte de su madre Angelina Ávila, recuerda que fue gracias su papá que se interesó en las artes, en la cultura, pero sobre todo en la escultura.
“En diciembre próximo cumpliré 25 años de carrera profesional, tomando como punto de partida, cuando hice mi primera exposición individual. Ya trabajaba tiempo atrás con mi padre Humberto Peraza Ojeda, con quien trabajé en el taller desde niño, pero quiero decir profesionalmente, desde que hice mi primera exposición individual que me inauguró Raúl Anguiano, hace 25 años”, dijo.
En su hogar, situado al sur de esta capital, rodeado de pequeñas esculturas de minotauros, xoloitzcuintles, de bustos de personajes como Eduardo Matos, de su escritor favorito Italo Calvino y hasta de una copia de la partitura de “Bésame mucho” autografiada y dedicada por la propia Consuelo Velázquez, Peraza Ávila sostuvo que dedicarse al arte escultórico en México, además de difícil, es caro.
“Sí, a veces digo que es un poco ser necio en el asunto, porque uno se desespera porque no llega el éxito que uno quiere alcanzar, no llega el reconocimiento cuando menos te lo imaginas. Pero llega el aliciente no solo alguien que dice que tu escultura es buena, sino que te ofrece un cheque y sabes que con eso vas a pagar tus gastos, es una balanza, a veces nos va bien y otras mal, el chiste es seguir adelante”, señaló.
Personaje acostumbrado a los retos, a terminar un proyecto y a tener encima otro, reveló que la fórmula para sobre llevar los altibajos de la profesión consiste en refugiarse en la misma escultura, la cual dijo, “me mantiene con vitalidad”.
“La escultura me mantiene con una vitalidad que me hace a prueba de todo, me encanta también el dibujo y la pintura; he realizado instalaciones, me he divertido haciendo escultura no tan académica, sino juntando piedras y cosas de la naturaleza y eso es lúdico.
“Ahora que cumpliré 25 años, a veces digo: llegué a una madurez, pero aún me falta y vamos a empezar a desmadurar, es decir, volver un poco a lo que comenzaba hace 25 años, esos dibujos y pinturas que eran tan libres y joviales”, comentó.
El artista señaló que en los últimos cuatro años ha dejado a un lado las exposiciones escultóricas y solo se dedica hacer obra por encargo, incluso, refirió que los pinceles que le heredó su maestro Raúl Anguiano, no los ha utilizado desde la última vez que plasmó con el autor de “La Espina”, un mural en el 2002. “Desde entonces solo he pintado mi calaverita”, dijo en tono de broma.
Sobre el creador tapatío, dijo recordarlo como un gran hombre, un gran maestro, con una memoria fabulosa y que a sus más de 80 años, era un personaje fuerte y alegre.
“Éramos amigos, pero sobre todo, un gran consejero. Recuerdo incluso, las veces que llegaba a su estudio y estaba capa caída y me daba consejos, lo extraño”, dijo.
De Nishizawa, afirmó que además de haber sido su maestro en un taller de xilografía en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, le abrió las puertas en el rubro artístico.
“Una vez llegué tarde, no tenía todos mis colores y él me dijo: A ver Peraza, salgase, viene a la guerra sin fusil. Y fue una pena el primer día, a la siguiente semana, me puse a dibujar antes de que iniciara la clase y en ese entonces, ya no era la técnica con lápiz, sino con pastel. Observó los dibujos de todos y dijo que no se hicieran detalles, sino el dibujo gestual.
“Vio mi trabajo y dijo: así como este, y cuestionó ¿Quién es usted? Y respondí Sergio Peraza. Y recordó, al que saque la clase pasada. Y mencionó: quiero que dibujen así. Pasó el tiempo y desde entonces tuve buena relación con él, y al término de la carrera, le hice un busto, el cual me quedo fabuloso, le gustó mucho ahora se exhibe en un museo de la ciudad de Toluca y eso me abrió las puertas”, indicó.
Convencido de que en México hay crisis, pero no de artistas, contó que la mayor parte de su obra escultórica proviene de los sueños, de lo que se imagina y observa su mente.
“Si mañana me atropella un camión, estaré contento por lo que he realizado hoy, porque en 25 años logré por ejemplo esa gran estatua que hice en Ciudad del Carmen, sobre el mar. Todo sale de los sueños, y no puede decir que puedo hacer, de pronto aparece una y se va por otra vertiente; una cosa es tener los sueños, las ideas y la otra es realizarlas y materializarlas”, dijo.
Casado con la escultura desde hace cinco lustros, sostuvo que lo que más le gusta esculpir es el cuerpo de la mujer, “porque en la historia del arte universal, siempre ha sido bello, representar desde las esculturas de las islas griegas en mármol”.
“Soy hombre y me encanta la mujer y eso me recordó a mis grandes maestros, me llamó mucho la atención que dibujaban a sus modelos. No es que el hombre sea más difícil, es diferente, tengo esculturas de minotauro y el torso es de hombre, no es musculoso, sino fuerte y es bello. No hago excepción, sino que es una cuestión de gusto”, comentó.
A propósito de sus 25 años de trayectoria, aclaró que no tiene preparado celebración alguna en especial.
“El festejo es con los amigos cercanos y personas que saben encausarlo, ya no estoy en la etapa de pedirlo, sino que sea algo que llegue y si no llega, llegará a los 30, ya no me desespero como antes, ahora voy paso a paso”, concluyó.
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