“ Sergio, que las calumnias y deslealtades no te detengan nunca, tienen patas cortas y el tiempo termina por poner a cada quien en su lugar…” Humberto Peraza Ojeda
A 95 años del natalicio de Humberto Peraza Ojeda, (4/12/1925) te recordamos con cariño Papá.
Libro LA TAUROMAQUIA DE PERAZA Noriega Editores 1994 (agotado)
El rostro en una fotografía se recuerda, pero en escultura se inmortaliza.
Se cierra el círculo, mis manos le dieron forma a su cabeza y cara, así como las manos suyas lo hicieron infinidad de veces cuando a él le posaron personajes famosos; Ahora y para los siglos que vendrán, él y yo quedamos unidos en lo que más disfrutamos y amamos de la vida LA ESCULTURA…
*Ver más del busto escultórico de Humberto Peraza Ojeda
REFLEXIONES TAURINAS
por Paco Terán 3/ jun/ 2016
EL TAMAÑO DE PERAZA
Lo primero que le admiré fue su asombrosa sabiduría taurina antes que su inmensa estatura como escultor, como artista. Tras de su muerte el sábado pasado con noventa años cumplidos, recuerdo esto con orgullo y agradecimiento.
Asistía yo desde muy joven a las juntas de Bibliófilos Taurinos de México a mediados de los ochentas y noté que, sus miembros, sabían de títulos de libros, autores, editoriales, fechas y datos; pero de toros, la voz más autorizada, conocedora y sensata siempre era la del maestro HUMBERTO PERAZA. No sólo era un gran aficionado de tendido con muchísimas corridas vistas y metidas en la cabeza, sino que había practicado el toreo como incipiente novillero y luego como un soberbio y célebre aficionado práctico que actuó en las mejores plazas y tuvo los alternantes de mayor categoría. Era un torero de Escuela y ENTENDÍA como pocos el toreo.
Por eso no me extrañó que sus obras taurinas fueran tan perfectas, con un mérito que no todos logran: colocar el torero, el toro y el engaño en la correcta posición siempre. Y por eso también, sin darse cuenta él, adopté a HUMBERTO PERAZA como uno de mis maestros más confiables.
Oigo todavía su voz cavernosa sacada del pecho, pausada y sin estridencias. Esa voz que me dio una primera entrevista para la televisión en 1987 en el Museo de la Ciudad de México, que me ilustró en otras pláticas de radio y, por encima de todo, esa voz generosa y sencilla que me obsequiaba horas de conocimiento en su taller de Cerro Blanco 14 del Pedregal de San Francisco.
Con él aprendí de arte, ¡faltaba más! Aprendí de toros (muchas anécdotas aleccionadoras que me han formado y que hoy todavía me sirven como el oxígeno) y aprendí lecciones valiosas sobre el mundo y la vida.
Un día me habló sobre las dos mascarillas mortuorias que colgaban en su taller: la de D. LORENZO GARZA (que él mismo le tomó) y la de MANOLETE (que le obsequiaron). “Si te fijas -dijo-, ambos tenían la nariz grande. Es una característica que suele tener la gente que es audaz y la que sobresale por su liderazgo…como HITLER”.
Lateralmente fuí conociendo las dimensiones y calidad colosal de su obra; sus soberbias estatuas de AGUSTÍN LARA (con réplicas en Madrid, Ciudad de México, Veracruz, Cuba y E. U.), la del “Par de Pamplona” representando a D. RODOLFO GAONA, la de SILVERIO PÉREZ, de PEDRO INFANTE, de D. LORENZO GARZA (foto), del maestro “ARMILLITA”, de “CANTINFLAS”, de los Generales JOAQUÍN AMARO y LÁZARO CÁRDENAS, la del Rey NEZAHUALCÓYOTL, las de varios presidentes en Los Pinos, la del maestro ELOY CAVAZOS y la del león que corona la puerta de la ciudad leonesa de Guanajuato.
Supe también que mi otro maestro, D. RAFAEL SOLANA, se quedó corto al calificarlo como “El Mejor Escultor de México”, porque PERAZA es ya un clásico y una referencia. Un continuador de FIDIAS y de BERNINI, de MIGUEL ÁNGEL y RODÍN. Un artista verdadero tan opuesto al Arte Basura que por estas épocas nos contamina y al que aplauden los borregos y los ignorantes, como ese arte falso de un tal Kapoor que ahora auspicia nada menos que la Universidad Nacional Autónoma de México, ¡hágame el favor!
PERAZA cultivó el realismo como el mejor, pero también otros lenguajes más abstractos como el surrealista. Trabajó con infinidad de materiales y los temas más variados. Pero siempre sobre la base del arte genuino, ese que domina el volumen y la proporción, el que enfrenta los retos estéticos, el de la belleza sublime como propósito perpetuo, el que conquista el movimiento dentro de la piedra inerte y, como máxima culminación, ese arte escultórico que comunica, que expresa y conmueve. Arte que ennoblece el alma y no remedos engañabobos.
Qué privilegio haber nacido en la época de un genio como PERAZA, de haber contado en el toreo con su genialidad y haber podido rozar, siquiera tangencialmente, su innegable tamaño histórico y su aura tan brillante y magnífica.